
Solemnidad y mucha emoción, en la entrega de distinciones honoríficas.
Merecido reconocimiento a Roberto Franco, Hijo Adoptivo de esta villa.
Medallas de Honor, al alférez de la Guardia Civil Francisco Rodríguez Valentín, “por su dedicación, vocación y servicios prestados”, y a título póstumo al que fue uno de los primeros policías locales, Ramón Aguado, “por su generosidad y valentía”.
La concesión de la Medalla de Honor, a título póstumo, a Ramón Aguado, quien fue uno de los primeros miembros de la Policía Local, marcó el primer gran momento en que el tributo sincero de este pueblo cobró intensidad, recociéndose con esta distinción la generosidad y valentía mostradas por este agente, hasta el extremo de dar su vida, ya que falleció en 1989 a consecuencia de las heridas sufridas en un accidente cuando trataba de retirar unos caballos de la carretera para evitar que otras personas pudieran sufrir cualquier daño.
Llegó así tan significativa medalla a Ramón Aguado hijo, visiblemente emocionado y agradecido por el paso dado ahora por el Ayuntamiento al valorar en su justa medida la labor que realizara su padre.
Y no menos emotiva resultó la segunda de las Medallas de Honor otorgadas, ésta recogida por el alférez de la Guardia Civil Franscico Rodríguez Valentín como premio “a la dedicación y vocación mostrados y por los servicios prestados a este municipio”.
El comandante Ignacio José Morales fue el encargado de entregar el preciado distintivo, interviniendo así en representación de la Delegación del Gobierno, y compartiendo, junto a otros muchos efectivos del cuerpo, un momento tan importante para Rodríguez Valentín, que no dudó en reconocer que si valiosa es la satisfacción ante el deber cumplido, aún lo es más si se cuenta con el reconocimiento de aquellos para quienes se trabaja.
Concesión del título de Hijo Adoptivo de Valdemorillo a Roberto Franco, director del Colegio Público Juan Falcó durante 38 años, desde su llegada al municipio en 1978 hasta su jubilación en el verano de 2013, y que ha sabido formar a sucesivas generaciones de valdemorillenses, dejando en ellos huella de su buen trabajo, como le reconoció quien fue alumna suya y hoy es Alcaldesa, al definirle como “un Maestro con mayúsculas, de los de verdad”.
Un profesor que, entre otros logros, contribuyó a que este centro escolar contara con unidades de educación especial que son un referente dentro y fuera de la región, con una aula de cerámica válida para concienciar de la importancia de acercar a niños y niñas de Valdemorillo la importancia de los usos que forman parte de su historia e identidad, y que incluso desde el puesto de Concejal de Educación, entre 1987 y 1991, se esforzó por hacer posibles continuas mejoras a favor de la comunidad escolar.
Una comunidad que en este homenaje se volcó enteramente con él, que al recibir “el mayor honor me que se me ha hecho en la vida”, no dejó de acordarse de todo el personal, sus compañeros, mencionando también a profesores que ya no están, “como Doña Tere, Doña Pepita, Miguel Ángel y Rosa de Miguel, una maestra de raza”, y a todos esos colegiales a los que un día dio clase y hoy regresan a las puertas del Juan Falcó con sus hijos de la mano o están al frente de responsabilidades municipales.